Decepcionada, como supongo tantas, con las revistas de tejidos y sus "indicaciones" dudosas (quien no ha sufrido más de un fiasco y alguna que otra rabieta, al seguir un paso a paso indescifrable y finalmente tramposo y E - QUI - VO - CA - DO), realizar un par de muestras para chequear medidas y cantidad de puntos (según el diseño elegido), resulta apropiado e inevitable.
Inevitable y, como dije, desesperante.
Porque ya ovillaste las madejas a mil, con la imagen del trabajo terminado destellando en tu cerebro y en tus pupilas como un cartel de neón (enloquecido), y ya dispusiste algunos pares de posibles agujas.
Porque en verdad, no ves el momento de comenzar.
Pero no!. Aún falta la o las muestras.
Y allá vas: quince o veinte puntos; a veces, diez son suficientes.
Centímetro, prenda base o medidas que debes alcanzar en el caso de las mantas, bufandas o tejidos rectos.
El punto elegido... ¿Ya lo pensaste?. ¡Hay que decidir!.
Recordás de pronto una muestra que habías hecho...¿cuándo?, ¿cuánto tiempo hace?, y el aterrador: ¿dónde estará?!, pese a tu indiscutido sentido de organización y prolijidad.
Tan fastidioso es hacer una muestra (al menos para mí) que...allí vas... a buscar, vaya a saber uno dónde.
Sabés que la hiciste, sabés que la tenés y sabés también que encontrarla es la llave que te evitará perder un poco más de tiempo del que llevás perdido haciendo una igual a la que ya tenés y que, por supuesto, no encontrás.
Y esto me conduce al comienzo del relato:
Quienes tejen habitualmente y en especial aquellos que como yo...siempre guardamos alguna bolsita con un tejido sin terminar, saben que, a veces, las muestras "yacen" enruladas en su fondo, sin etiquetas ni especificaciones de hilado, medidas y tipo de punto.
Lo cierto es que no encontramos nada: ni bolsa, ni muestra.
Volvemos entonces a la mesa de trabajo, resignadas, tomamos las agujas y...uno, dos, tres. Veinte puntos estará bien.
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